El Hombre que Ríe

La selva del gato, Rodrigo Ordoñez: El Hombre que Ríe

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En 2018 tuve la oportunidad de visitar por primera vez la FIL de Guadalajara, donde no tuve tiempo de recorrer los pasillos repletos de libros, pero entre los tesoros que encontré había una entrevista a Raúl Renán, una novela policial de la editorial Nitro Press y, por su puesto, el tema que nos ocupa hoy, El Hombre que Ríe en formato de novela gráfica que publicó Lectorum de la mano de David Hine y Mark Stafford basados en la obra del mismo nombre de Víctor Hugo. Aunque la alegría de obtener esas joyas estuvo precedida por altibajos personales y profesionales que hizo que descansen en la zona de libros por leer en mi cuarto primero y, después, deambularon conmigo en mi carro.

En algún momento Rosely Quijano me decía que los libros llegan a uno en su momento y tienen su tiempo para descubrir lo que tienen que ofrecernos. Estoy convencido que tenía mucha razón, porque ahora que leí El Hombre que Ríe, miré más allá de la tragedia para concentrarme en las virtudes que esconde este texto. Para que sea más fácil de digerir y para alcanzar un mayor público se pensó en formato de novela gráfica con una síntesis de la obra original, utilizando los minuciosos detalles y descripciones de Víctor Hugo para el arte visual, mientras concentraron el texto y los diálogos para las viñetas.

Aunque propiamente el marco general de la obra es la tragedia y la imposibilidad que tienen las personas de ascender o mejorar en sociedades con estratos de clases rígidos como Londres de 1705, donde está ambientada la historia, es una oportunidad para conducirnos por el camino de la esperanza y la redención para encontrar nuestra felicidad, superar las adversidades y nuestra lucha contra la opresión y la represión. Sin embargo, aunque parece una fecha muy lejana en que se sitúa la novela, también nos muestra que nada ha cambiado en nuestro mundo (como estrategia literaria la novela histórica del siglo XX y XIX siempre se ubica lejos en el tiempo, pero calca el sistema social vigente para criticarlo para evitar la represión de Estado), ya que se habla sobre los sistemas de justicia desprovistos de humanidad, las torturas realizadas por los cuerpos de seguridad al amparo de la noche y cómo desvirtuar los discursos contra el Gobierno.

Con los diferentes testimonios recabados en ensayos y libros sobre los sobrevivientes de la represión en México, que creció paulatinamente en violencia y crueldad entre 1950 y 1990, El Hombre que Ríe nos recuerda que el arte no sólo se trata sobre la técnica, la belleza o el alma, también sobre exponer la injusticia, recuperar la memoria de quienes fueron quebrados o asesinados por el sistema y denunciar la normalización de la represión, porque en la protesta literaria se descubre cómo el ser humano tiene la habilidad de apagar una vida sólo porque piensa diferente.

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